'Slumdog Millionaire', la farsa que arrasará en los Oscar

Una de las mejores películas de la década. Una historia emocionante, que deja sin aliento. ¡Y lo dice la crítica especializada! La crítica y la caravana que baila a su son. Pero yo digo: si la adulación es unánime el producto estará hecho para contentar a las masas. ¿Pero que hay de malo en buscar la felicidad global? Pues que cuando hablamos de cine, para conseguirlo, se recurre al tópico. Slumdog Millionaire se erige gracias a fórmulas gastadas. Está hecha para contentar a la muchedumbre reconstruyendo lo que ya la contentó en su dia. Sin embargo, algunos extraterrestres como yo, que buscamos aires nuevos en cada película, no nos contentamos con simples refritos.

Hacer que el argumento de una película gire en torno a un concurso de televisión (¿Quién quiere ser millonario?) es novedoso y, dependiendo de su tratamiento, puede llegar a ser originalmente satisfactorio. El problema de Slumdog Millionaire es la sensación de irrealidad constante ya que la vida del protagonista (Jamal Malik) está prefabricada para encajar con el concurso. Lo novedoso cede ante lo falso, lo artificial. La premisa esperanzadora se derrumba. Es demasiada casualidad que por cada pregunta Jamal Malik tenga una anécdota personal que le haya puesto en contacto con la respuesta. ¡Sería más creíble que el protagonista fuera un cerebrito!

Siendo el concurso el hilo conductor de la película, se nos va narrando la vida de Jamal Malik a través de él. El pobre lo tiene todo en su contra: es huérfano, tiene un hermano cabrón, etc. A partir de aquí empieza su lucha por el amor de una niña, Latika. Un amor inverosímil a más no poder por el que Jamal se juega el cuello convirtiendo la película en otra historia de superación más. Y no solo él comete locuras; todos actúan movidos por la fuerza del absurdo: el presentador del concurso, el hermano de Jamal, Latika…

Solo por el argumento y los tópicos el guión ya no merece crédito alguno. Pero éste va más allá ganándose en toda regla el calificativo de bochornoso. Jamal se acerca a su querida Latika, dialogan: Vente conmigo. ¿De que viviremos? De amor. Al final, por pretenciosa, la película no despierta nada.

Al igual que hay un “cine” sin cerebro que se basa en los efectos especiales (Godzilla, 10.000…) hay un cine que se basa en la fotografía, en el montaje, etc. La diferencia es que cuando los píxeles de un monstruo gigante son el centro de atención hablamos de cine palomitero del malo; cuando los planos del film están logrados (a pesar de lo insustancial del conjunto) estamos ante una pieza de cine exquisita destinada a saciar el apetito cinematográfico del más exigente purista… Los dos tipos de cine me parecen igual de infernales y, el segundo caso, el pretencioso, es el de Slumdog Millionaire.

Para despedirse del público el número musical de los créditos nos recuerda que no estamos ante una película típicamente hollywoodiense sino ante cine independiente con aires de Bollywood tocado por el dios Shivá, Vishnú y compañía… ¡Ja!

PUNTUACIÓN: 3,5 (sobre 10) y menudo añito llevamos...

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