
“Un joven cazador emprende un viaje para rescatar a la mujer que ama”. Esta pequeña frase de dudosa originalidad sirve como pretexto para idear una aventura totalmente absurda y de escasa credibilidad.
Cuando el argumento empieza a volverse tremendamente incoherente, Emmerich se saca de la manga unas cuantas profecías explicatorias, marcas sagradas, resurrecciones sin sentido, etc. ¡Más tópicos imposible!
Hace diez mil años los trogloditas vivían rodeados de pirámides. Desplazarse a través de montañas nevadas, selvas tropicales y desiertos arenosos era como ir a comprar al Carrefour. El depredador más feroz era el avestruz gigante asesino y los Dientes de Sable eran como mascotas.
Menuda concepción histórica la de Roland Emmerich. Mejor ya ni hablo de la pasta dentífrica, las maquinillas de afeitar, el champú, las rastas, etc.

A nivel artístico es indiscutible que los efectos visuales están muy trabajados, pero me da la extraña sensación de estar viendo un videojuego y no una película real.
E aquí un nuevo bodrio del “gran” Roland Emmerich. Lo único rescatable de sus películas son los efectos visuales, pero si ni siquiera los hace él: ¿Cómo se le puede calificar a este señor de director de cine?
Puntuación:1 (sobre 10).
1 comentarios:
Edwood.. Muchacho.. ¿cómo estás? Me gusta mucho tu blog, aunque joven, estás siempre bien informado. Recibe un fuerte abrazo desde la patagonia, en la zona austral de la Tierra...
Tarmangani
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